VICTORIA TORRENT
Natural de Alicante. Estudió en la Escuela de Artes y Oficios de Madrid.
En Sevilla asistió a clases de dibujo y óleo en Artes y Oficios y en la Escuela Superior de Bellas Artes Santa Isabel de Hungría.
Fue premio de dibujo concedido por D. José María Martínez del Cid, Catedrático de la Escuela Superior de Bellas Artes de Sevilla.
Durante años expuso en la sala Passagali (Madrid).
Parte de su producción figura en colecciones particulares en Seattle (U.S.A.) y México D.F.
SALA PASSAGALI (Madrid)
Obra expuesta desde 1982 en solitario y colectivas durante seis años.
REAL AUTOMOVIL CLUB DE ESPAÑA - RACE (Madrid)
Exposición en solitario. Octubre de 1989.
TROQUEL - Diseño y montaje del cuadro (Madrid)
Obra expuesta desde 1989.
CENTRO CULTURAL "LA LONJA" (Madrid)
Exposición colectiva. Febrero de 1991.
GOLF LA MORALEJA, S.A. (Madrid)
Exposición en solitario. Junio de 1992.
EXCMO. AYUNTAMIENTO DE ALICANTE
PATONATRO MUNICIPAL DE CULTURA
CENTRO MUNICIPAL DE LAS ARTES (Alicante)
Exposición en solitario. Julio de 2002.
En el día de la fecha, la artista Victoria Torrent, dona al Patronato Municipal de Cultura del Ayto. de Alicante, la obra que se detalla a continuación "Niebla", óleo sobre lienzo 130x97cm. Dicha obra pasa a formar parte del Patrimonio Artístico Municipal. Recibe el Patronato Municipal de Cultura de Alicante.
ILUSTRE COLEGIO OFICIAL DE MEDICOS
PALACIO DE CONGRESOS (Alicante)
Exposición en solitario. Noviembre 2003.
http://www.coma.es/index.php?menu=noticias&opcion=ver_noticia&id=390
WENCES RAMBLA De las Asociaciones Valenciana y Española de Críticos de Arte, nos comenta la obra de la pintora (1992),
"La vigencia del paisaje como género pictórico es innegable. Evolucionan los estilos, unas tendencias sobresalen frente a otras según el momento y por diversos factores; sin embargo, el potencial que entraña esa obsesión por representar desde múltiples enfoques la realidad exterior en su natural presencia - y cuya verdadera definición podríamos situarla en el barroco flamenco y holandés -, forma parte de la idiosincrasia del pintor. De tal manera es así, que atribuir este género a las épocas aludidas -por no retrotraernos a sus vestigios grecorromanos- o al impresionismo y sus consecuencias, supone ignorar su poder de atracción. Así, y acercándonos a nuestro tiempo, hemos podido comprobar cómo a lo largo de la década de los ochenta -en que tantas figuraciones neoexpresionistas de exuberantes tratamientos pictóricos han florecido por doquier -, también el paisaje, como jardín salvaje anhelado, canto ecológico a la maltratada tierra, o bien como remembranza romántica, ha conferido atractivos pretextos para su pervivencia, sin importar cuál fuese la opción estilística elegida para su desarrollo.
Desde aquí, pues, es desde donde debemos -como universal artístico- considerar los enunciados plásticos de Victoria Torrent, que, habiendo estudiado en la escuela de Artes y Oficios de Madrid y recibiendo enseñanzas en la de Sevilla, así como en la Escuela Superior de Bellas Artes Santa Isabel de Hungría, y tras diversos avatares propios de su entorno familiar, ha retornado a la praxis pictórica y a sus manifestaciones expositivas con renovados bríos e ilusión. Y lo hace con un conjunto de óleos cuyos parámetros fundamentales son el patente juego de luz y sombras y una estructura compositiva de escueta matriz geométrica que, aunque venga implícita en la inclinación de una pendiente, o dada según vectores revestidos de leñosos troncos o determinado en linealidades convergentes un resultado perspectívico, cuando no viene coincidiendo la axialidad en un solitario árbol... van construyendo la obra sin ambigüedad alguna.
Sin la luz no es posible el color, y éste se transforma según los cambios introducidos, en la primera. Pues bien, nuestra autora dosifica adecuadamente la luz, proyectándola puntifocalmente sobre una alfombra de hojas caídas, a fin de separarlas del suelo donde en su abandono reposan, siendo generosa con la que derrama por arbóreas copas urdidas de larguifinas ramitas. En ocasiones, levanta árboles como personajes a contraluz, constituyendo la negación de la misma, es decir, las proyectadas sombras, quienes enrejan -en connivencia con transgresores rayos-, calidoscópica y vivazmente, el herbáceo manto del suelo-tierra".
PEDRO ROMERO PONCE, Concejal de Cultura del Ayuntamiento de Alicante, nos presenata la Exposición "OLEOS" en el Centro Municipal de las Artes, organizado por el Patronato Municipal de Cultura del Ayuntamiento de Alicante (2002),
"La exposición que presenta la pintora Victoria Torrent en el Centro Municipal de las Artes, recoge principalmente sus obras más recientes, junto a una muestra de sus trabajos anteriores, lo cual nos permite apreciar la evolución de su pintura en el tiempo.
La Alicantina Victoria Torrent comparte su vida entre, nuestra, su terreta y la ciudad capitalina Madrid, tanto allí como aquí, trabaja en su estudio, y logra con ese trabajo callado la evolución de su propia obra.
Sean ustedes, una vez más, quienes puedan, junto a nosotros, contemplar y disfrutar de esta muestra".
MARTIN SANZ, Crítico de Arte (2003),
"Saltos de la naturaleza tan profundos como los propios ojos de Victoria Torrent, navegables, que tienden la mano a sumergirse en ellos sólo por el placer de ir más allá, más abajo, hacia el fondo. Pero siempre con la constante del movimiento como bandera. Atrás quedaron los paisajes entroncados con ramas de árboles, las miniaturas, los minuciosos bodegones, los floreros sobre papel. Ya no nacen ni tampoco la artista los llama. Se cerraron las puertas y las hojas de los patios del sur para abrir nuevos horizontes sin nombre, que las sensaciones actúen, que corran los pensamientos.
Desde la ventanilla, la niebla que oculta su casa mediterránea, ungida con la sencillez de la elegancia, con aroma a bancos de madera, piedras vestidas con flores secas y aguarrás. Las desorbitadas flores que dejaron una estela rasante sobre la hierba. La tormenta ocre que salta de la tierra enrojecida y henchida de vida para después regresar hasta ella. Los montes más altaneros de la vieja Europa vistos como si surgieran de un mapa en relieve de aquellas viejas escuelas.
Entre Alicante, convertido por la distancia y el tiempo en un estado mental, y en Madrid donde siempre regresa a por esos óleos que se derraman entre Fuencarral y Hortaleza desde hace décadas, ráfagas multicolores. En negro no, nunca, para qué. Los grandes formatos se convierten en necesidad más que en estilo y firma personal. Ya se lo avisó José María del Cid, que a no tardar se enfrentaría a lienzos como velas de embarcaciones sin rumbo, dejando lejos el puerto de los jóvenes dibujos y la escayola. Hoy nos llega una veintena de piezas anónimas que no podrían entenderse por si solas. Únicamente intuyendo como cada una de las capas traspasa piel, nervios, vista y pensamiento, se puede llegar a comprender en su plenitud. Basta con dejarse llevar, percibir una leve brisa que en ocasiones azota con la fuerza de un maremoto, como cuando la tierra se queja, harta, y se rasga las venas. Una caricia, otra presión. El baile sigiloso del ímpetu. Victoria Torrent".